El mercado cambiario refleja la situación descripta anteriormente. Aunque el nivel de reservas internacionales es hoy más que suficiente para lograr rápidamente en el corto plazo revertir cualquier tipo de presión compradora, se sabe que el alto déficit determina que la solvencia dependa exclusivamente de un elevado ritmo de endeudamiento.

De allí que, de registrarse en los mercados un debilitamiento de la confianza, podría ingresarse en un plazo breve en un escenario de escasez de divisas.Por ello, el nerviosismo de los operadores y la volatilidad que tienen las cotizaciones.

El problema es que el déficit externo no se da en un contexto de fuerte crecimiento de la economía  sino que se da, por el contrario, en una etapa de debilitamiento de la actividad productiva.En este sentido, no exhibe firmeza el índice mensual de actividad que elabora el INDEC, que comienza a frenarse ni bien la comparación se efectúa con los indicadores de fines de 2016, cuando ya se salía de la etapa más dura de la recesión.

El índice de producción industrial de la consulta de Orlando Ferreres mostró para diciembre una baja interanual del 2,2% tras retroceder el 1,8% en comparación con noviembre. El INDEC detecta expectativas optimistas para este año.Pero la producción industrial en diciembre fue apenas un 0,3% superior a la del mismo mes del 2016.La acumulada marcó un incremento anual del 1,8% contra la caída del 4,6% en 2016.

La construcción, según el INDEC, exhibe una fuerte  expansión del 14,5% contra diciembre de 2016 con un crecimiento de la producción acumulada en 2017 del 12,7%, cifra idéntica a la caída observada en el  acumulado de 2016.En puestos de trabajo, respecto de noviembre de 2015, hay un aumento de 12 mil puestos y el incremento es de 48 mil respecto de noviembre de 2016.

Es sabido que la preocupación por la debilidad de la economía llevó a modificar la política monetaria a fines del año pasado ya que se advirtió que las altas tasas de interés hacían imposible un crecimiento sostenido.De allí, las bajas en la tasa de política monetaria, que sufrió sucesivos recortes en las últimas semanas.Anunciar ese cambio de orientación fue el motivo de la conferencia de prensa de fines de diciembre y la modificación de la pauta de inflación para el 2018.

Pero la caída de las tasas en el actual contexto genera presiones inflacionarias y tension en el mercado cambiario.De esta manera, el Gobierno enfrenta una encerrona.Si no baja las tasas, se atrasa el dólar afectando el poder de compra del mercado interno.

Detrás del problema está el elevado déficit fiscal.La conduccion economica anunció el sobrecumplimiento de las metas fiscales durante el año pasado.El déficit primario (antes de computar el pago de intereses) alcanzó los 404.142 millones de pesos con aumento del 18% equivalente al 3,9% del PBI contra una meta del 4,2%.

Cabe recordar que este resultado se logró gracias a 44 mil millones de pesos que vienen del blanqueo y, por ende, no son recursos ordinarios.Pero especialmente hay que destacar que la carga de intereses tuvo en el ejercicio un incremento del 71% y alcanzó los 224.80 millones de pesos.De esta forma, el resultado del ejercicio muestra un déficit de 629 mil millones de pesos, con un aumento del 32% anual, y supera el 6% del PBI.

A este desequilibrio cabe sumar el déficit cuasi fiscal que se genera en el Banco Central con las Lebacs, el cual ronda el 2% del PBI, y el déficit del 10% del PBI de escasos precedentes y que recuerda etapas críticas en materia de inflación de la economía argentina.

Con este déficit fiscal, la presión inflacionaria resulta muy difícil de contrarrestar y quedó a la vista que la política monetaria dura no es efectiva.

En cambio, si provoca efectos recesivos que frenan el impacto positivo generado por la fuerte expansión de la obra pública.Sin embargo, como se señaló, una política de tasas laxas en el actual contexto haría recrudecer las presiones inflacionarias y la suba del dólar.

Con un dólar que avanza a un ritmo cercano a la inflación y con fuertes ajustes tarifarios y de precios regulados en un contexto de dolarización de combustible y tarifas, la meta del 15% para la inflación de este año es unánimemente rechazada y se barajan proyecciones de entre el 20 y el 25%.

El menor ritmo de actividad económica y la profundización del desequilibrio en el sector externo son rasgos salientes de la coyuntura a comienzos del 2018. El déficit del comercio exterior alcanzó un récord de 8.500 millones de dolares durante el 2017 y el escenario, lejos de mostrar signos de cambio, acusó una clara profundización a lo largo del año pasado, de forma que se presenta un panorama preocupante para este año.

Las proyecciones son de un fuerte aumento durante 2018.

La cuenta corriente del balance de pagos acusó en 2017 un déficit del 5% del PBI, también de escasos precedentes, como resultado de sumar al déficit comercial el déficit por turismo, las remesas de utilidades y de la formación de activos en el exterior del sector privado (salida de capitales).

Fuente de información: Revista Todo Riesgo

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